Cuando salí del colegio, como cualquier persona de 18 años, no tenía la más remota idea de que quería hacer de mi vida. Sólo sabía que me gustaban las matemáticas y la física, y como era de esperar con un padre ingeniero civil, una hermana ingeniera comercial y un hermano ingeniero forestal, la idea de también ser ingeniera no era muy descabellada. Sin embargo, mis notas en el colegio no era muy brillantes, y no me esforcé mucho por preparar la P.A.A., por lo que un día decidí que me tomaría un año sabático para reforzar mi vocación por la ingeniería y además me serviría como período de transición para la universidad.
Para mi sorpresa, cuando dieron los resultados de la prueba, no me fue tan mal como me lo imaginaba y a pesar de no haber quedado en la Católica o en la Chile como mis hermanos, me decidí por Ingeniería Civil en la Federico Santa María.
El día de matricularme había llegado. Estaba en la fila para pagar, y millones de caras desconocidas desfilaban en frente mío, y yo, lo único que quería era que alguna de ellas me respondiera con una sonrisa para poder acercarme, y no pasar por ese duro proceso sola.
Fue ahí cuando vi a una niña sentada en el suelo tratando de llenar el maldito formulario que nos habían entregado, que si bien no era difícil de responder, no quería equivocarme y prefería llenarlo con alguien. Se veía bien tranquila, e igual de perdida que yo, por lo que me acerqué a ella con la excusa de que me ayudara a completarlo.
Resultó que, esta niñita llamada Nicole, era más conversadora de lo que pensaba, y es más, sin ningún asco, me habló UNA HORA Y MEDIA, de su ex pololo y de por qué habían terminado, que había hecho al respecto, y las cartas que le había mandado…BLA BLA BLA… QUE MINA MÁS LATERA, me dije… Ya los sentimientos de hacer algún amigo se habían desvanecido, y lo único que quería era entregar el maldito formulario para poder ir a descansar mis oídos a mi casa. Así fue como nos despedimos cínicamente, rogando en mi interior no topármela de nuevo al comenzar el año.
Sin embargo, cuando llegó el primer día de clases, estaba tan aterrada que me dio lo mismo escuchar sus latosidades y preferí eso que la soledad del mundo que estaba alrededor mío. Me dije, solo será por un par de días hasta que encuentre a otra amiga para conversar.
Los meses pasaron y cada vez se me hacía más fácil escucharla y además descubrí que ella también podía hacerlo. Entre certámenes, controles, trabajos, noches de estudio, mucho café y muuuuchos cigarros, fue creciendo una amistad que no se encuentra dos veces en la vida. Comenzamos a ser inseparables… YUNTAS… Fue tal el nivel de amistad que tuvimos que sus padres comenzaron a creer que se podría tratar de una relación lésbica y fue un alivio para ellos cuando descubrieron que ambas teníamos pololos a los cuales amábamos con toda nuestra vida.
A pesar que ellos nunca se llevaron, nuestra amistad continuó, y a nadie le extrañó que cuando terminó el año, nos decidiéramos cambiar juntas a Construcción Civil en la Católica. Aunque no era lo que queríamos, era mejor opción que irse a Valparaíso a seguir la carrera allá.
Así fue como nuevamente nos encontramos llenando el mismo formulario de matrícula, pero esta vez en la Católica y ya no estábamos solas.
Siguieron pasando los meses… se completaron años, y llegó una nueva integrante a nuestro clan, "Bernardita". Ya no éramos dos, sino tres, y no sólo eso, encontramos nuevos amigos, nuevos pololos y el mundo de la construcción nos apasionaba cada día más.
Estábamos ya en tercer año de la carrera, y teníamos que rendir una prueba con bastante grado de complicación, HORMIGÓN. Era un libro gigante, y había que memorizarse TODAS LAS PROPIEDADES FÍSICAS, QUÍMICAS, FISIOLÓGICAS, etc de este material llamado hormigón. Nos encontrábamos estudiando en mi casa, cuando de pronto sonó el celular de mi querida amiga;
Nicole: Aló
Voz extraña: Nicole, pásame a la mamá.
Nicole: con quien hablo?
Voz extraña: Nicole, soy tu hermano, pásame a la mamá.
Todo era engorroso, pero se fue aclarando al descubrir que eran 5 tipos que venían de un asado y se habían equivocado de teléfono. Casi nos hicimos amigos. La Nicole habló con los 5, yo hablé con todos ellos también, y después de un rato, cortó y seguimos estudiando.
No creo que haya transcurrido mucho tiempo, cuando colapsé y decidí darme un baño de tina para relajarme.
Y fue así como estaba yo en la tina, tratando de desestrasarme, mientras mi querida amiga me leía la materia. En ese momento, sonó nuevamente el celular. Eran de nuevo nuestros "amigos", y la Nicole cometió el grave error de decirles en la situación en la cual nos encontrábamos, y quisieron a toda costa hablar conmigo.
Situación: Yo en la tina, obviamente sin ropa, Nicole con los brazos dentro de la tina poniéndome el celular en mi oreja, tratando de no mojarlo, y con la cortina semi cerrada.
Cuando de pronto, se escucha una voz: QUE ESTÁN HACIENDO????????... y claro, era mi papá que al ver a mi amiga con los brazos dentro de la tina, y a mi pilucha, se pasó mil y una película. Medias confundidas, en vez de tranquilamente contarle a mi papá la situación real, las dos saltamos como si realmente hubiéramos estado haciendo algo malo. Después de unos segundos, le explicamos todo, y se fue no muy convencido de lo que había escuchado. Jajajaja
Hoy, seguimos siendo exactamente igual de amigas… es más…nos compramos departamento uno al frente del otro (al estilo Friends), y el hecho de que se haya ido a Copiapó a trabajar, no ha impedido que hablemos a diario, que hayamos pasado el año nuevo juntas con nuestros padres, y que seamos literalmente inseparables.
Siempre recordamos esta historia, y es por eso que quise compartirla hoy…y como nunca le hablé a mi padre del tema, quizás se fue con la idea de que entre nosotras había algo más, y eso lo hace más divertido aún.
